En compañías ambulantes, pero junto a cantantes y actores de gran calidad, va puliendo su estilo. Con veintidós años protagoniza "Bohemios" en Bilbao, viaja por España con "Molinos de Viento", "El Conde de Luxemburgo" y otras obras del repertorio, hasta recalar por fin en Madrid, a principios de 1912, nada menos que en uno de los escenarios más importantes de la zarzuela :
el Teatro Lírico, popularmente Gran Teatro, donde canta las óperas "Cavallería Rusticana", de Mascagni, y "Marina", de Arrieta, con críticas excelentes.
A principios de Junio de 1912, su actuación en "Bohemios", hace que Amadeo VIVES le escoja para protagonizar su nueva opereta, "La Generala", en el Gran Teatro, cuyo éxito la mantiene en cartel hasta fines de ese mes, pasando luego la compañía a Barcelona, donde la obra, de tremenda aceptación, es representada al mismo tiempo en dos teatros.
Así, en Enero de 1913 es contratado en la compañía que inaugurará de nuevo el reconstruido Teatro de la Zarzuela, destruido cuatro años antes por un voraz incendio. En La Zarzuela cantará junto a los grandes divos de la época: Asunción Aguilar, Rosario Leonís, Luis Canalda, Rafael Agudo, etc., títulos como "Molinos de Viento", "El Rey que Rabió" o "Cavallería Rusticana", entre otros, que luego llevarían a Barcelona, durante la temporada de primavera.
1914 es su primera salida a Sudamérica, de la mano de Emilio Sagi-Barba, cantando en los teatros de Uruguay y Argentina.
En 1915, con veintiséis años, tendrá su temporada más exitosa :
Durante la Semana Santa de Sevilla, el joven tenor es elegido para cantar el "Miserere", de Hilariên Eslava, en la Catedral de Sevilla, honor que antes había correspondido a su maestro, Lamberto Alonso.
El Teatro Real de Madrid, máximo coliseo operístico de España, planifica una atípica temporada de primavera en la que predominarán las óperas de autores españoles.
José García Romero protagoniza, durante cerca de dos meses, las óperas "Margarita la Tornera" (Chapí), "La Dolores" (Bretón), "Marina" (Arrieta) y "Maruxa" (Vives).
En "La Dolores" es dirigido por el mismísimo compositor, Tomás Bretón.
Los siguientes años serán de mucho trabajo: Madrid, Barcelona, provincias. Para él no hay mucho reposo. Los cantantes que descansan en las temporadas madrileñas son contratados para viajar a la América latina y a las provincias españolas.
En Madrid, pasará por todos los teatros zarzuelísticos: Apolo, Price, Español, Pavón... En este último estará a las órdenes del maestro Pablo Luna, de quien cantará sus títulos más famosos, estrenando "Sangre de Reyes", de Luna y Balaguer, en 1925, junto a su veterana compañera, Rosario Leonís.
En una entrevista concedida en 1915, en el Teatro Real, García Romero explica como sus posibilidades de estudiar en Italia, en las mejores escuelas operísticas, se vieron truncadas con la llegada de la Gran Guerra, por lo que nuestro cantante tuvo que optar por seguir solo en la zarzuela, con los conocimientos que había adquirido hasta ese momento y su magnífica voz como bagaje.
Su matrimonio con la también cantante y actriz Carmen González, con la que trabajó en muchas ocasiones, dio como fruto nada menos que siete hijos, lo que crearía unas necesidades económicas y unas limitaciones de desplazamiento que marcaron su vida posterior.
En sus años triunfales y hasta el final de los años veinte, realizó muchas grabaciones discográficas para Odeón y otras firmas. Muchas de estas grabaciones se han conservado, bien en la Biblioteca Nacional o bien entre particulares, siendo frecuente encontrar ofertas de sus discos a la venta entre coleccionistas de Internet.
A finales de 1922, García Romero actúa durante dos meses en el Teatro Principal de Valencia, representando diversas zarzuelas del repertorio con la compañía del director y compositor Rafael Millán, del que estrena "La Noche de las Coplas". Durante esa estancia, en Diciembre, muere su padre, Antonio García Baeza, en Requena, donde vivía con el Dr. García Romero, por lo que suponemos que esa sería una de las primeras visitas a nuestra ciudad (Requena).
El final de los años veinte supone también el principio del fin para la zarzuela como género de multitudes. El cine se va imponiendo, cuando llega el sonoro es el desastre. Poco a poco se irán reduciendo los teatros dedicados al género chico y por tanto el trabajo.
Un medio nuevo, la Radio, le dará la oportunidad de seguir cantando zarzuela y de mantener con estabilidad a la familia. Durante varios años, hasta 1930, compagina las representaciones teatrales en Madrid y, sobre todo, provincias, con la Radio (Ibérica y Unión Radio), donde interpretará casi todo el repertorio clásico zarzuelístico a las órdenes del maestro José María Franco.
Con el inicio de la década de los treinta, pasados sus cuarenta años, la zarzuela ha decaído mucho. Su voz, quizás por el exceso de actuaciones en teatro y radio, ya no es la que era, y piensa en la retirada. Se embarca de nuevo para Sudamérica y a su vuelta recala en Las Palmas de Gran Canaria en Septiembre de 1934, para efectuar varios conciertos. Su éxito le supone una oferta para quedarse, como profesor de canto, en la Academia de Música y Declamación de Gran Canaria. Acepta. La estancia se prolongará hasta principios de 1941, por lo que pasará allí toda la guerra civil mientras el resto de la familia permanece en Madrid.
Durante estos años tendrá notables alumnos que luego serán famosos cantantes. Además de las clases de solfeo y canto, crea y dirige la "Masa Coral de Gran Canaria", se hace prácticamente cargo de la administración de la Academia, que siempre pasó apuros económicos, y además compone temas para el coro y arregla otros, particularmente del folklore y compositores locales, que se conservan en el Museo Canario.
La guerra civil, en territorio nacional como eran las Canarias, supone la colaboración en actos patrióticos, actuaciones politizadas y altruistas, como las que hacen en diversos hospitales, y temas a propósito, como la "Canción del Soldado Canario", letra suya y música de Agustín Conchs.
Al terminar la guerra, la Academia ha sufrido muchas bajas entre los estudiantes que han estado en el frente peninsular.
Es imposible seguir adelante por más tiempo. La institución cierra sus puertas a final de 1940 y poco después, García Romero,
cansado y con pocos medios, decide volver a Madrid donde están algunos de sus hijos. Particularmente Amelia, también cantante
y excelente actriz, con la que el matrimonio García González pasará sus últimos años.
José García Romero, envejecido y cansado, terminará su vida laboral como viajante publicitario, contratando anuncios para el anuario de una revista madrileña y disfrutando de una perrita fox terrier a la que llama Cora, en recuerdo de una de sus más famosas compañeras de reparto, la soprano de Villamarchante Cora Raga.
García Romero vivió los últimos años de auge de la zarzuela grande y de lo que quiso ser un tímido intento de instauración de
una ópera nacional, que no llego a cuajar. Cantó grandes títulos y género chico. Sufrió en sí mismo la muerte de la zarzuela
como espectáculo de masas y murió olvidado para el género al que tanta gloria aportó.
Quedan sus discos (hemos tenido la suerte de escuchar algunos), sus canciones y a los requenenses, la letra del Himno a la Fiesta de la Vendimia.
Tantos libros sobre música española y nadie lo cita. Ni el "Diccionario de la Zarzuela Española e Iberoamericana", en dos enormes tomos, ni el "Diccionario de la Música Española e Iberoamericana", en diez. Tan solo de pasada como parte del elenco de los estrenos que realizó, pero no como entrada de su propio nombre. Para la literatura zarzuelística permanece olvidado.
Sin embargo sus discos se cotizan en Internet, se conservan en museos y colecciones, al igual que sus letras y canciones.
Solo hay que consultar las Hemerotecas, las Tesis que hablan de teatro musical de principios del siglo XX o los catálogos de la BNE para obtener cientos de referencias a García Romero y darse cuenta de que no merece un artículo, merece un libro y una reedición en CD de sus canciones.
También podemos ir a Valencia. Allí encontraremos la Calle del Tenor García Romero, denominada así por la insistencia de un amigo y admirador del artista, que escribió en su día al ayuntamiento de la capital del Turia. Pero, insistimos, para el resto del mundo musical y musicológico, José permanece olvidado.